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La isla de El Hierro ha sido siempre una isla vinculada a la ganadería, unas veces como única fuente de economía familiar y otras como complementaria.

Fruto de la importancia que juega la ganadería como uno de los pilares principales de la economía insular se ve reflejada en los productos que han sido referencia dentro y fuera de la isla, imprimiéndole un sello propio identitario como es el queso, la quesadilla, el mojo queso, pero también en la cultura la Apañada, las fiestas de San Isidro, como se organizan los bailarines y por supuesto la Virgen de Los Reyes y todo lo que su trayectoria conlleva.

Eso llevó a que en la década de los 80 naciera la Cooperativa de Ganaderos y comenzara a introducirse mejoras como la recogida de leche, elaboración del queso con garantías sanitarias, comercialización del mismo sin intermediarios, y otra serie de mejoras para el ganadero, que comenzó a replantearse el sistema tradicional de trashumancia en el territorio por el de estabulación o por una combinación mixta, para aprovechar los pastos que facilitaba la isla.

Todo esto fue acogido con alegría y alivio, pues mejoraba las condiciones de vida de hombres y mujeres. Sin embargo, siempre persistió la mirada al cielo para que la lluvia fuera la gran benefactora de las tierras de la isla, el agua siempre ha marcado el devenir económico e histórico de la población herreña. Como referencia nuestro patrimonio hidráulico, con el Garoé a la cabeza, los eres, las maretas, los aljibes, las fuentes, las albercas que marcan el territorio herreño, pero también nuestra historia pasada, con el Voto de la Virgen de Los Reyes como compromiso después de invocarla para que lloviera copiosamente, como así ocurrió, y nuestra historia reciente con la sequías que obligaron a muchos herreños a buscar un mundo mejor, llevándoles a emigrar a Cuba, Venezuela, Argentina y Uruguay principalmente, e incluso a las islas de Tenerife y Gran Canaria.

Hoy tenemos una crisis generada por el Covid – 19, pero es que las islas llevan sufriendo la falta de agua antes de su llegada, en el caso de El Hierro mucho más. Es triste ver los campos secos y como los ganaderos desesperados buscan salida a la situación por la falta de pastos y unas ayudas al sector que llegan muy tarde por parte de la Consejería de Agricultura Insular, y poco solucionan un problema que llevan arrastrando con el cambio climático que afecta al planeta.

Difícilmente, así se puede alcanzar la soberanía alimenticia a la que se aspira, y sobre todo porque muchas veces las subvenciones puntuales alivian un momento el dolor, pero cuando deje de hacer efecto, el dolor persiste y los ganaderos se ven abocados a buscar soluciones desesperadas, que los llevan a volver al pasado y en muchas ocasiones malvender el ganado. Todo ello tiene una repercusión que se agudiza con la situación actual, baja el número de cabezas de ganado, baja la oferta de carne, baja la producción de leche, baja la producción de queso y de quesadillas, y también la comercialización de estos productos no sólo para el consumo local sino para su exportación al resto de territorio.

A veces es fundamental escuchar, para podernos hacer una foto de la realidad que late en cada una de las arrugas que surca el rostro de los que se han esforzado por mantener en pie, generación tras generación, este pilar económico tradicional de la isla. Pensemos no en la solución inmediata sino en la solución que alargue la pervivencia de nuestra cabaña ganadera.

En este caso hablo de El Hierro, pero se puede extrapolar a cualquier rincón de Canarias donde la ganadería depende de los pastos naturales que son los que aportan un sello de calidad y ecología a muchos de los productos ganaderos de nuestras islas, bajo el paraguas de la sostenibilidad.

Ya los tiempos que corren son complicados para continuar manteniendo la cabaña ganadera, cuanto más difícil será recuperar lo perdido, porque no es fácil para un ganadero de 70 años volver a empezar y para la juventud aventurarse en esta empresa, por eso es fundamental prestarle la atención que se merecen en el momento justo si queremos caminar hacia una soberanía alimentaria de calidad y respetuosa con nuestro medio ambiente.


Aránzazu Gutiérrez Historiadora e integrante del 'Grupo E'(publicado en Tiempo de Canarias)

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